viernes, 27 de mayo de 2011

Decisión


Viviré contigo,
me mudaré a tus sábanas blancas,
me abrazarás con tus brazos fuertes.
Seré tu puta, tu virgen. Mutaré.
Seré quién desees.
Estaré para ti como siempre,
hermosa, delgada, radiante,
con la sonrisa eterna de quien se siente amada
Me cobijarás,
me defenderás.
Serás mi voz, serás mi sombra.
Seré la mano que acaricia tu cabeza cansada,
cantaré para ti melodías antiguas
Seré el pájaro sin alas que anhelas
Seré
Nada

Sorpresas te da la vida


La encontraron muerta tirada en el piso de la habitación, no había indicios de violencia, ni consecuencias de tercero.
Hora de muerte, cinco horas atrás, causas posibles, un fulminante ataque al corazón, producido quizás por una fuerte emoción.
Su hijo y nieto lloraban en silencio la partida, ellos fueron los primeros en hallarla frente a la ventana y a su gato durmiendo en la cama.
Cuando entraron vieron sus pies, la puerta del baño molestaba la visión del resto de la escena. La cerraron. Corrieron a auxiliarla, pero ya nada podían hacer. Amanda yacía en el suelo, pálida, con una sonrisa crispada y los ojos fijos muy abiertos, que aunque el brillo de la vida la había abandonado, al mirarlos se podía percibir el horror de lo vivido segundos antes de que el corazón estallara.
Amanda observaba en otro espacio a los presentes, aún sentía el frío en su cuello y espalda, la erección de sus vellos al escuchar el chirriar de la puerta abriéndose tras de sí.
Estaba cocinando el plato preferido de su nieto, que pronto llegaría después de su primer día de clases. Estaba sola como siempre sucedía en la mañana, cuando desde la cocina escucho un ruido extraño de ventana que venía desde el dormitorio, con cautela preguntó quién era, ¿Luis eres tú?, dijo apenas. Silencio, nuevamente el mismo ruido, pero esta vez más intenso, miró a su alrededor y tomó el cuchillo de cocina y caminó sigilosamente hacia el dormitorio, miró por el ventanal que daba al patio.
Tras de sí la puerta del baño se abrió lentamente. No quiso mirar, su cuerpo paralizado ansiaba gritar, solo un quejido que surgia hacia sus labios al tiempo que dentro de su pecho el corazón estallaba. Se desplomó al suelo, inerte, ya sin vida.
Segundos después, el gato de la casa salía desde el baño en dirección a la cama

viernes, 19 de noviembre de 2010


¡Maricón es el que le pega a su mujer!
Alberto adolorido aún por los golpes, desde su cama veía la tv
El velador, la lámpara, sus moretones, eran testigos de la golpiza que le había propinado Daniel hacia pocas horas atrás.
Denunciar ¿A dónde?, ¿a quién?, se preguntaba, esto es para minas y ¿yo?
Pensando en el slogan, sonreía con ironía mientras que una lagrima que pasaba a sollozo y después a llanto desgarrado, sacudía alma y cuerpo
Después de los puñetes y patadas, salió dando un portazo, dejándolo en el suelo.

Aburrido bebía un viernes en un bar cuando lo vio entrar, se miraron, se acercó y en poco tiempo ya estaban saliendo
Las llamadas al trabajo a diario, cinco, seis veces al día, preguntándole qué hacía, a qué hora saldría, despertándolo en la mañana y despidiéndolo en la noche antes de dormir. Aquello lo hacía sentir amado, deseado,
Había encontrado su alma gemela.
No pasó mucho tiempo antes de que comenzara el daño, insultos, reclamos y celos, pero él lo amaba y siempre perdonaba, después de las discusiones venía un período de “luna de miel”, donde después los revolcones eran más intensos y todo se olvidaba.
Ya volverá, me hará cariño, pensaba

kinesidad



En la oscuridad y el silencio te espero. Sé que estás cerca, siento tu aroma, tus pasos sigilosos que pronto vienen a darme calidez.
Llegas a mí etérea, danzante, me tocas con tus manos suavemente, anunciando al fin tu llegada
Mi corazón late con fuerza al sentir que comienzas a lamerme en mis mejillas, en mis hombros. Me atrevo a tocarte, cuando secreta, te metes a la cama.
Toco tu vientre suave, repaso tu cuerpo conocido una y otra vez.
Sé que no eres mía, pero en tu libertad me has escogido para tu morada, me has hecho feliz. Te acercas más a mi cuerpo y posas dócilmente tu cabeza en mi brazo.
Tu ronroneo me asegura que esta noche reposarás nuevamente junto a mí

Anhelo


El universo es un gran espiral logarítmica que traza auras en el cosmos
y mi vida una pequeña silueta en él.
Silueta que a ratos grita por permanecer en el tiempo, indiferente,
dejando cicatrices que sólo a mí me desgarran,
cual zarpazos que van dejando huellas en este cuerpo ignoto,
frágil en el espacio sideral;
me aferro al silencio.
Transitamos cual autómatas entre el momento y la nada,
donde la muerte es lo único que se nos asegura,
presente y permanente vamos hacia nuestros designios, preguntándonos si podremos descansar al fin.
Deseo encontrar esa mano alada que me salve y me cobije
hasta que llegue el segundo donde mis ojos ya no verán el amanecer,
donde mis labios no se cubrirán del rojo deseo de un beso.
¡Ay! del que me tome y me alce hacia el infinito donde seré una y toda en el espacio, convirtiéndome por fin en estrella que ilumine la noche,
allí donde los amantes se declararán amor eterno;
donde estalla lo indecible.

Aunque seguiré siendo una pequeña silueta en el universo,
habitante de las nebulosas
seré la más brillante,
la más hermosa,
seré la luz que te guíe,
sólo porque fuiste tú,
la mano alada que me salvó.

sábado, 17 de julio de 2010

Re - Junio


El mundo da vueltas, así como la vida.
Viernes por la noche, impaciente en el metro
voy a reencontrarme con la historia

No has sido testigo de mis arrugas que delatan
el paso del tiempo.

Doy la última mirada a mi cabello
y salgo de la estación

Diviso desde la oscuridad, un abrigo gris y ahí estás,
esperándome.
Viene a mi mente aquella vez, en que nos reencontramos en el aeropuerto
donde en un profundo abrazo, igual que hoy,
nuestros cuerpos se juntaron

lunes, 7 de junio de 2010

La espera


Las horas pasan en la estación. Espero el tren que vendrá, sin ánimo. Confundiéndolo quizás con vacilaciones temerosas que surgen a mi piel en gruesas gotas de sudor.
Mi boca no consigue palabras, de qué sirve ya. Soy el olvido y el horror.
El futuro ya no existe en esta estación, la realidad es más fuerte.
Miro alrededor y busco tu nombre o alguna aparición que mantenga tu silueta.
Padre, ¿Dónde estás? ¿O es que no existes ya? Abandonaste estas almas que esperan sin esperanzas. El amor en este lugar se encuentra enfermo y se ha negado. Aquí no hay flores que germinen ni aromas silvestres. Cierro los ojos, respiro hondo, no consigo dar memoria a mi pasado, el presente lo ha devorado.
Realidad, presente, hoy, me atrapan en el gran manto de la desidia, ¿a quién le importa? No trascenderé y mi nombre, como tantos otros, quedará como único testigo tallado en piedra. Ya no tengo sueños, esos son para otros, de otros corazones y retinas, donde el campo florece y el agua se torna cristalina, donde las bocas se unen en dulces besos y los abrazos se hacen eternos cuál ofrendas de elegidos.
La noche ha cubierto las sombras que deambulan en el lugar. Me uno a esta macabra procesión, sólo así, quizás, podré encontrar una mano que me salve, que me guíe, que me lleve a la cúspide y a la gloria, donde habitan los sueños, donde ojos deseosos se confundan con los míos. Las estrellas nos miran y diviso rostros que ya no están, son sólo murmullos que se alejan en la noche y quedo con mi mano en alza sin retorno, olvidada y muda.
La espera llega a su fin y mis ojos se tornan brillantes al acercarse la señal.
Ya viene, se acerca el tren de la muerte a Auschwitz.
Seremos conducidos al lugar donde las almas se convierten en cenizas.